Un muy significativo encuentro en Jobabo.
Continuamos hoy el recorrido que quedó interrumpido cuando tras recorrer unos 80 km llegamos al poblado de Jobabo después de salir de la iglesia de la Caridad en Camaguey. Algo evidente era que los símbolos llamaban la atención sobre Camilo y Fidel, una posible señal de que había asuntos pendientes por resolver, y era en eso en lo que enfocaría mi atención.
El detalle más distintivo que encontré al llegar a Jobabo fue el trazado de sus calles enmarcadas dentro de un triángulo perfecto en el área más cercana al central azucarero que existía en este lugar, fundado en el año 1922, pero del que solo quedan las tres torres pues el resto había desaparecido como en tantos otros lugares de Cuba. La historia de Jobabo se remonta al año 1510, y como símbolo de valor para nuestro estudio cuyo principal objetivo es encontrar un camino que nos conduzca a la definitiva libertad de nuestra Patria, nos encontramos con que en el año 1533 en Jobabo tuvo lugar la primera rebelión de esclavos que se conoce no solo en Cuba sino en la América, hecho que como tal encierra una gran importancia pues siglos después enfrentamos la realidad de que no son los negros los esclavos, sino todo un pueblo el que se convirtió en esclavo de una dictadura comunista.
Antes de continuar les muestro una vista que incluye el pueblo de Jobabo en su totalidad donde se destaca claramente el triángulo en la parte central.


Con un profundo sentimiento de que nuestro apóstol no era otro sino aquel mensajero de paz cuya llegada tantos han esperado, y me encuentro con esta joya que lo viene a confirmar. Es el homenaje que la comunidad hebrea de Cuba, la sociedad Bené Berith Maimónides, decidió dedicar en el año 1956 a nuestro apóstol José Martí como homenaje por el impacto que causó en el mundo con su mensaje este gran cubano. La obra fue titulada «José Martí y la Compresión Humana».