La Unión Definitiva del Pueblo Cubano está Cerca

Con la ayuda de Dios el Pueblo Cubano se unirá definitivamente.

En uno de mis viajes a Cuba a visitar a mi familia, éste en agosto del 2006, ocasión en que no fui acompañado como de costumbre por mi esposa y mi hijo, quise ir hasta San Miguel de los Baños, y por supuesto que decidido a subir la loma de Jacán donde está ermita. Es algo en lo que encuentro un gran significado, uno se siente como más sensible espiritualmente que en otras circunstancias y confieso que me hace bien. Por algo hemos leído sobre personajes bíblicos que subían a los montes para hablar con Dios y de seguro que algo sucede. He escrito un artículo sobre la experiencia que tuvo mi madre en este mismo lugar.

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Hoy 9 de agosto se cumplen justamente siete años desde aquel día. Habíamos llegado a la cima de la loma como a las 6 de la tarde y como siempre, había llevado la Biblia con la intención de buscar una palabra de guianza de parte de Dios, una confirmación, aunque fuese la misma una vez más, pero sería una prueba de que sus planes no habían cambiado. La pregunta de siempre era ¿Cuándo llegará el día en que finalmente regresemos todos los cubanos a nuestra tierra?

Ese día en que al fin llegara la libertad, y el temor y la inseguridad se alejaran para siempre de nosotros. Así fue que tomé la Biblia y se la extendí a mi hermana pidiéndole que me mirara mientras la abría, para que así no se fijara en qué página la estaba abriendo. Le pedí que no me mostrara solo la página abierta porque era muy probable que hablara de diferentes temas y no iba a estar escogiendo cuál me convenía y cual no, sino que al abrirla y aún sin mirarla señalara con su dedo un lugar específico. Así lo hizo y al mirar había marcado justo sobre un título en letras más oscuras en el capítulo 37 del profeta Ezequiel, donde decía: La reunión de Judá e Israel.

El texto marcado comenzaba diciendo:

La reunión de Judá e Israel

15 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
16 Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él:
Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros.
Toma después otro palo, y escribe en él:
Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.

17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo,
y serán uno solo en tu mano.

18 Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo:
¿No nos enseñarás qué te propones con eso?,

19 diles: Así ha dicho Jehová el Señor:
He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín,
y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá,
y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.

20 Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos,
21 y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor:
He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron,
y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra;

22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel,
y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones,
ni nunca más serán divididos en dos reinos.

23 Ni se contaminarán ya más con sus ídolos,
con sus abominaciones y con todas sus rebeliones;
y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron,y los limpiaré;
y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.

No era necesario descifrar ningún enigma para entender la respuesta, era bastante clara, Dios estaba hablando de la unión de dos pueblos. Así como el pueblo de Israel se había dividido en el pueblo de Judá y en el de Israel a la muerte de Salomón, igualmente el nuestro se había dividido a la llegada del gobierno comunista, sistema decidido a no dejar espacio alguno para Dios.  Ahora era ese mismo Dios quien estaba anunciando que se unirían nuevamente. Ese era su mensaje para nosotros los cubanos, que el pueblo de la isla y el del exilio volverían a ser un solo pueblo, porque como dice claramente el verso 21: “He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra”. Esa era nuestra condición, la de estar esparcidos por todo el mundo, del que no creo que quedase ya un rincón adonde no hubiera llegado un cubano. El mismo Dios nos recogía trayéndonos de regreso a nuestra tierra y nunca más seríamos dos naciones, nunca más seríamos un reino dividido. No había tenido la respuesta a cuándo regresaríamos, pero Dios me había confirmado que la unión de esa Cuba dividida era una realidad, y si eso era así, el regreso estaba asegurado.

Agradecí a Dios realmente, sintiendo una vez más en mi espíritu la seguridad que aquella visión en Francia en 1983 era legítima. Aquel día de agosto, o cualquier otro día, no sé cuántos cubanos en la isla o en otro lugar se habrían ido a una loma a preguntarle a Dios algo similar. Una vez más creí en la respuesta, porque para muchas otras situaciones la había obtenido preguntando de la misma forma. Pienso que muchos ni siquiera formulan esa pregunta porque no ven la esperanza de un cambio y si lo esperan, no conciben que pueda venir por la intervención de Dios, pues no es algo que parezca muy realista. Lo cierto es que aquel día bajé la loma con fe renovada, aquella aventura había dado su fruto.

Unos días después regresé a Miami pero el recuerdo de lo vivido no se apartaba de mi mente. Sabía que tenía tarea por hacer, era preciso que me buscara dos troncos y los atara y le escribiera a uno “cubanos en la isla” y al otro “cubanos en el exilio”, bien amarrados, para simbólicamente materializar la palabra que había recibido. No queriéndome dejar llevar por el emocionalismo decidí estar atento a eventos que sucedieran a mi alrededor que fueran una señal, para que me decidiera a buscar los troncos y atarlos como había leído.

En ese tiempo vivía aún en la comunidad de los húngaros de Miami. Allí mismo tienen su iglesia, un gran salón donde hacen sus fiestas y comparten después del servicio de la iglesia los domingos, además de un edificio de treinta apartamentos donde al principio vivían mayormente los húngaros que llegaban como refugiados, aunque también vivían algunas familias cubanas. Recién llegado a Miami había buscado algo por «Hungarian» en la guía telefónica, pues tenía interés en encontrar algun lugar de húngaros, y así fue que encontré la iglesia, que por cierto estaba muy cerca de donde había ido a vivir temporalmente. Estando aun en Cuba me habían enviado un año a Mongolia y allá trabajé con húngaros, pero hice lo posible por aprender lo más que pudiera. Aquí en Miami me dió por buscar si había húngaros para así poder seguir practicando el idioma, que de otra forma llegaría quizás a olvidar. Fuí un domingo y pude conocer muchos de ellos, son gente muy amable. A las pocas semanas se desocupó un apto en el edificio y para mi que estaba necesitando un lugar adonde mudarme, fue lo mejor que me pudo pasar. Quién iba a imaginar que allí estaría por los siguientes veinticuatro años. Eso fue en 1985, soltero aún, me casé en 1988 cuando ya vivía en un apartamento más grande y la boda se celebró en esa misma iglesia húngara. Allí nació nuestro hijo en 1990 y fue en el 2009 que ya nos mudamos a otro lugar.

…..hay unos húngaros que están cortando el roble…..

Pues bien, en los bajos de nuestro apartamento vivía Jorge, un cubano del pueblo de Unión de Reyes con quién hablaba con frecuencia, quien poco tiempo después de regresar de aquel viaje a Cuba me dice: «Oye Pedro, ¿te has fijado como se está secando esa mata de la esquina de la iglesia?». Claro que me había dado cuenta, y el hecho me hacía pensar en los troncos que me hacían falta, pero quería dar tiempo a lo que fuera sucediendo para no forzar las cosas, pero lo cierto es que el vecino me estaba llamando la atención. No pasó mucho tiempo y volvió con lo mismo, “Oye, parece que la mata se secó por completo, y es un roble”. Al costado de la iglesia entrando a los apartamentos había dos robles inmensos, pero uno de ellos seguía frondoso y verde como ignorando que su vecino se había muerto. Ahí me puse a buscar en internet sobre los robles y encontré que en la antigüedad le daban un significado un tanto sagrado y que en Inglaterra los primeros cristianos tenían sus reuniones a la sombra de los robles. De la misma familia de las encinas, ambos conocidos como Quercus y dan el mismo fruto, una bellota. Las encinas son muy mencionadas también en la Biblia para identificar las tierras y sus dueños.

Un sábado por la mañana vuelve Jorge a mi puerta nuevamente, y él sin saber de la manera que estaba siendo utilizado, me dice: «Pedro, hay unos húngaros que están cortando el roble con una sierra». Lo cierto es que si seguía esperando más confirmación sobre si tenía que hacer algo con los troncos de seguro que Dios tendría que buscarse otro que no fuera tan incrédulo y darle la tarea. Decidí que eso no sucedería y salí afuera donde estaban los húngaros cortando el roble, allí apilaban los troncos más chicos primero según los iban cortando y así pasaban a los más gruesos. Conocía a los dos y uno era el yerno del pastor de la iglesia, me dijeron que ese día no se llevarían los troncos cortados sino la semana entrante, pero no les dije nada de los que me hacían falta. Regresé ya tarde cuando habían terminado y de una de las pilas de troncos que habían hecho me llevé dos. Habían sido muy cuidadosos al cortarlos casi todos del mismo largo, de unos dos a tres pies más o menos. Al fin tenía mis dos troncos y sin lugar a dudas iba a llevar a cabo la encomienda que sentía me había sido dada. Era evidente que Dios me la había puesto fácil porque no había tenido que salir a buscar troncos a ninguna parte, me los proveyó allí mismo donde vivía.

Como troncos al fin y sobre todo de roble, no son esos cilindros perfectos como cuando se corta un pino, de los rectos por supuesto, que una sección cortada y la siguiente parecen idénticas, estos estaban jorobados, pero cual no fue mi sorpresa cuando al juntarlos para amarrarlos con un cáñamo de soga ví que se acoplaban perfectamente. Todas las irregularidades de uno encajaban perfectamente en las del otro, el lado cóncavo de uno y el convexo del otro eran como dos cuerpos que se fundían sin dejar espacio, como si no quedara ningún sentimiento de por medio que representara un rechazo o problema a resolver antes de fundirse ambos en un solo cuerpo. Esos eran mis dos pueblos que por intervención de Dios se convertían en uno solo para la Gloria de Dios. Era imposible que de haberlo intentado hubiera podido encontrar dos troncos que acoplaran de tal manera entre tantos pedazos cortados del árbol, solo me había fijado en que fueran más o menos del mismo grueso, nada más.

Reducida final (2)
No sé cuantos robles habrán decido secarse en Miami en aquella época, pero al menos uno se había secado donde sin que pudiera evitarlo tenía que pasar por debajo de él cada día y más aun plantado junto a una iglesia, que aunque no lo parezca también tenía su significado, lo relacionaba más con algo de Dios. Lo cierto es que se había secado en muy poco tiempo pues ya el 10 de octubre había concluido mi tarea, habían pasado solo dos meses después de haber leído aquellos versos en Cuba. Quise terminarlo ese día que en nuestra historia representaba liberación de la esclavitud, porque aquello también era símbolo de liberación, pero de otra esclavitud. En esos troncos amarrados estaba decretando por mandato divino que se ponía fin a toda separación, no más semilla de odio sembrada entre los dos pueblos, no más enemigos, no más enemigos que intentan destruir los logros alcanzados por los supuestos salvadores, pues no habían enemigos que hubiesen hecho más daño que aquellos que habían sembrado la enemistad en la tierra donde un día nuestro apóstol había dicho:

“Désele la posibilidad de amar y ya está un pueblo salvo”

Reducida 1 final
Nuestra nación está entrando en un período donde tendrán muy poco impacto las decisiones tomadas por aquellos que hasta el presente han controlado su destino. Ha llegado el momento en que su autoridad comienza a ser quitada, la irán perdiendo sin que puedan hacer nada para retenerla. El presente no es más que el final de un capítulo que está escribiendo sus últimas líneas. Las decisiones que contarán a partir de ahora deben venir de mucho más arriba, de donde no hay fuerza humana capaz de hacerlas cambiar, de donde ya se ha declarado que la libertad definitiva para el pueblo cubano ya viene llegando. En la realidad debe manifestarse en hechos que se vayan fuera del control de las autoridades, situaciones que no podrán evitar, que cuando vengan a ver ya habrán sucedido, evidencia de que ya se va perdiendo el control.

  Salmo 85.

8 Yo prestaré atención a lo que dice el SEÑOR Dios.
    Él hablará de Paz para su pueblo, para sus fieles seguidores,
    siempre y cuando no vuelvan a la vida sin sentido que vivían antes. 
9 Él está listo para salvar a los que lo respetan
    para que podamos vivir con honor en nuestra tierra.

10 Entonces el fiel amor de Dios se encontrará con los que le son leales.
    La Justicia y la Paz los saludarán con un beso.
11 De la gente de la tierra brotará la verdad;
    desde el cielo Dios les mostrará la justicia.

12 El SEÑOR nos dará mucho bien,
    llenará la tierra de buenos frutos.
13 La Justicia irá delante de Dios,
    preparándole el camino.

Nota: Versos escritos en la base de los troncos.

Romanos 9: 25 y 26.
25 Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
26 Y en el lugar donde se les dijo:
Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

 

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Comentarios

  1. Jose Angel Chente says

    Interesante artículo, hoy de casualidad abro mi telefono y me llama mucho la atencion la palabra cupus. Hago click y me sale este website, wow, ante mis ojos apareció sencillamente lo que estuve buscando desde hace mucho tiempo sin saber lo que buscaba, Hasta hoy… A Dios gracias.

    • Pedro Estopinan says

      Muchas gracias por su comentario, alegrándome que le haya sido de agrado el encontrar el artículo, aunque me sorprende la forma en que lo encontró porque yo no le hago ningún tipo de publicidad a la página.
      Reciba mis mejores saludos y deseos para el Año Nuevo.

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