Nuestro Apóstol Cumple al Fin su Compromiso con la Patria.
Si meditamos con profundidad en el hecho de que todo el caudal de conocimiento y experiencias de profundo sentido espiritual que alguien haya alcanzado durante su vida se pierda por completo en el momento de la muerte, sobre todo en una muerte temprana cuando quedaría tanto bien por hacer, como sucedió con nuestro Apóstol, es cuando nos da por pensar que lo que nos han enseñado no parece tener mucha lógica. Al menos esa es la realidad que percibo, y me inclino a pensar que no es eso lo que sucede realmente.
Pienso que la esencia de ese Martí que a través de sus obras y referencias históricas pudimos conocer, en lo que a su persona se refiere y no a su legado, no se perdió aquel 19 de Mayo de 1895 cuando cayó abatido por el fuego enemigo en Dos Ríos. No veo su muerte como una derrota sino solo una victoria pospuesta el tiempo, hasta un día en que la urgencia de la Patria exigiera su presencia, momento en que nuevamente haría su aparición para hacer frente a quienes estuviesen privándola de su libertad. Sería en ese momento que tendríamos la oportunidad de conocer al Martí no conocido en esa nueva dimensión del espíritu no experimentada aún.