Después de cincuenta y seis años de revolución es cuando por vez primera se presentó la oportunidad de sentarse, aunque en mesa ajena preparada por la VII Cumbre de las Américas, a los hijos de una misma madre, quienes por pensar y ver la realidad de manera diferente, por quererla de manera diferente, no tuvieron otra opción que separarse y convertirse en contrarios, más aun, en enemigos. Enemistad que dura más de medio siglo y que ha dejado huellas muy profundas en una gran parte de los cubanos.
Son realmente lamentables las escenas que el mundo entero ha podido presenciar en estos días desde Panamá mostrando la forma en que uno de esos grupos, el formado por los defensores del gobierno, quienes traídos desde Cuba con el respaldo del propio gobierno, arremetieron contra el grupo formado por miembros de la oposición y por los cubanos del exilio que los apoyaban, la mayoría de ellos residentes en Miami. El primer grupo intentó demostrar que es tan grande la admiración que sienten por la revolución y genuino el amor que sienten por la patria, tan seguros de lo justa de su posición, que no dieron lugar al diálogo, impidiendo con su gritería y actitud arrogante que deja mucho que desear, el encuentro con el grupo que sin duda representa a la verdadera sociedad civil. Su gran logro fue dejar ver una vez más la intolerancia del sistema que defienden, así como una imagen muy estropeada de lo que según ellos es la sociedad civil cubana, cuando todos los que conocen como funciona la maquinaria política en Cuba saben que es pura mentira y que no son otra cosa que tentáculos del propio gobierno.[Leer Más…]