El presente artículo estará dedicado en su totalidad al discurso pronunciado por Fidel Castro el 21 de octubre de 1959 en la ciudad de Camaguey, adonde se vio obligado a ir para controlar la difícil situación creada por una carta hecha pública por Hubert Matos y que Fidel consideró como un acto de traición. En dicha carta Matos le pedía la renuncia de su posición en las fuerzas armadas, ante la visible penetración comunista entre las filas de la revolución, algo que consideraba un peligro por tratarse de ideales contrarios a los que habían alimentado al movimiento desde sus inicios, ideales democráticos muy bien definidos. Creo que sean muy pocos los que hayan tenido la oportunidad de leer este discurso, y en Cuba muchísimo menos, por lo que siento como una obligación compartirlo por los tantos compatriotas que no tienen ni la menor idea de que existe.