Dos Castros en la Historia de Cuba.

   Lo más fácil de suponer es que me estoy refiriendo a esos dos hermanos que tanto conocemos, Fidel y Raul, y al protagonismo que han tenido por más de cinco décadas controlando el poder bajo el cual ha estado sometida nuestra nación. En esta ocasión me refiero solo a uno de ellos, a Fidel, mientras que el otro es un Castro que desarrolló su actividad política en las décadas finales de los años 1800. Me refiero a Rafael Fernandez de Castro y Castro, personaje recién descubierto y al cual dediqué el artículo anterior, donde podrán informarse más sobre el papel que jugó en su intento por conseguir una mejor vida para los cubanos. Pienso que para muchos sea tan desconocido como lo fue para mi hasta este momento, sin que ninguno se sienta ofendido de que subestime sus conocimientos de historia.

   La razón por la que hablo de él nuevamente se debe al discurso que pronunció un día 14 de septiembre del año 1886, copiado íntegramente en el ya mencionado artículo, porque resulta que setenta y tres años más tarde apareció el otro Castro a que hago referencia, diría que un fanático de los discursos, pronunciando otro discursos justamente un 14 de septiembre, pero éste del año 1959. El primero, moderado en su extensión, todo lo contrario a lo kilométrico del otro, para todos los cubanos algo muy conocido, pero con algo en común, la marcada preocupación de ambos por el futuro de Cuba.   El primero llegó el momento en que decidió retirarse de su vida activa en la política cuando el escenario no le pareció lo más apropiado para continuar, el otro por el contrario decidió que mientras le quedara aliento de vida estaría dejando sentir su presencia. Que sea ésta última la posición que más mérito merece, creo que todo depende del personaje y de los ojos con que se mire. En este caso me quedo con aquel que decidió retirarse, aun corriendo el riesgo de pasar por cobarde, a decidirme por el que se aferra hasta el final de sus días cuando lo más visible es el daño que ha ocasionado a la nación. Pienso que mucho mejor recuerdo se guardara de él si se hubiera retirado a tiempo, aunque de cualquier forma no concibo que se pueda guardar un buen recuerdo de alguien alrededor del cual a girado tanto sufrimiento para una nación.

    Es evidente que estamos antes dos personajes muy diferentes, pero el hecho de en solo un par de días arribaremos al 14 de septiembre, fue lo que me animó a establecer este paralelo entre sus discursos. En cada época ambos hicieron referencia a un presente de la nación que sin duda necesitaba un cambio urgente, pero vemos que mas de un siglo después son muchos los males que están aun por remediar, sobre todo cuando en 1959 fueron tantas las promesas que se dejaron escuchar sobre lo tan diferente que sería la vida del cubano. Cuba nunca mas sufriría la violación a los derechos de sus ciudadanos.  Hoy, pasados ya cincuenta años de ese último discurso Cuba no es libre y soberana y se siguen violando los derechos de sus ciudadanos. Será libre para quienes en su mente enfermiza están ya tan distorsionados los conceptos de lo que es libertad, justicia y derechos humanos, porque la conciencia de saber que no existen, les hace divariar y ver como paraíso al mismísimo infierno.

   Solo voy a resaltar fragmentos de ambos discursos para que cada quien haga el análisis por su cuenta. Por supuesto que existe una gran diferencia entre las posibilidades que en cada época tuvo cada uno de ellos de impactar la realidad, pues el primero lo hizo desde una posición muy por debajo de la que después ocupó Fidel Castro en 1959, en la cual tenía el poder en sus manos.

Rafael Fernández de Castro .
La Habana, Teatro Tacón, 14 de Septiembre de 1886.

-«Nosotros, que aspiramos a fundar un orden en esta tierra donde todo es desorden, nosotros que aspiramos a construir un gobierno aquí donde todo es desgobierno»-.

-«Mientras la vida pacífica del derecho y de la legalidad sea compatible con el decoro del hombre y la dignidad del ciudadano; mientras las leyes consagren, con su reconocimiento expreso la libertad de la tribuna, de la prensa, de la conciencia y de la cátedra, aún en el grado ínfimo en que hoy la poseemos; mientras haya camino abierto a la serena evolución de las ideas, y medios legalmente establecidos para fortalecer el espíritu popular con el majestuoso desarrollo de la opinión pública; mientras la acción del gobernante no anule directa o indirectamente las garantías constitucionales que la Nación nos reconoce; solo quien no ame a Cuba podrá perturbar con su insensatez, el desenvolvimiento progresivo de nuestro pueblo o interrumpir con estériles apasionamientos la marcha triunfal de nuestra política».

 -«Ahora bien: si por desgracia de todos llegase un momento en que aquella compatibilidad no existiese; si llegase un día en que las garantías de nuestros derechos fuese una cruel mentira y la consagración de nuestras modestas libertades, una burla sangrienta; si llegase un instante en que, perdida la fe, tuviésemos que abrazarnos todos en medio de la desesperación más espantosa para pedir al cielo lo que no se encuentra en la tierra, y a Dios, lo que no quieren reconocernos los hombres, ¡ah! Entonces nosotros, que no necesitamos ni estamos dispuestos a recibir de nadie lecciones de honra, porque tenemos clara conciencia de nuestro deber, nosotros que no necesitamos auxilios del exterior, porque en esos casos de defensa sagrada y de apelación suprema bastan siempre a los hombres de nuestra raza el apoyo de la razón, la fuerza del derecho y la propia virilidad; nosotros, que hemos sido y somos los primeros en combatir como soldados de orden en la vanguardia de la paz y en las luchas de la palabra, no declinaríamos, por cierto, el honor de ser también los primeros en saber morir dulce y decorosamente por la honra de nuestras familias, por la felicidad de nuestra patria y por el triunfo de la libertad».

Fidel Castro Ruz.
Ciudad Libertad, 14 de Septiembre de 1959.

-«Hacía mucho tiempo —y yo quiero que me oigan— que estábamos deseando esta oportunidad, y de todos los actos y de todos los hechos que hemos vivido desde que iniciamos esta lucha revolucionaria, ningún momento más feliz para nosotros que este, y les voy a explicar por qué:  Porque este acto de hoy, esta reunión de ustedes, los niños cubanos, con nosotros, es el acto más hermoso de esta Revolución, porque quiere decir que ustedes no van a vivir como nosotros, quiere decir que ustedes no van a sufrir lo que nosotros sufrimos».

-«En todos nosotros hay un sentimiento de odio contra la injusticia y contra el abuso».  

-«Y eso era lo que estaba ocurriendo en todo el país, que los fuertes, porque tenían las armas en la mano, vivían abusando del pueblo, que era débil».

-«Si muchos niños hoy viven pobremente, si muchos niños andan mal vestidos, si muchos padres de los niños no tienen apenas con qué llevar el pan a su casa, la culpa la tienen los que no se preocuparon de preparar a su pueblo y de trabajar para su pueblo»-.

-«Ustedes los niños están sufriendo las consecuencias de todo el olvido y el abandono en que ha vivido nuestro pueblo.  Pero, sin embargo, no sufrirán muchas cosas de las que hemos sufrido nosotros, porque nosotros sí vamos a preparar al pueblo para que las cosas salgan bien»-.

-«A nosotros nos tocó recibir muchos golpes, sufrir muchos abusos y pasar mucho trabajo, pero ahora tenemos grandes cosas que hacer y no podemos hacer todas las cosas que queremos porque no está preparado el pueblo para eso.  Por eso nos interesamos tanto en que ustedes puedan hacer el día de mañana las cosas mejor que nosotros».

-«¿Cuando antes ustedes pasaban por la Avenida de Columbia, qué pensaban?  ¿Ustedes miraban para aquí adentro?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Por qué?  Porque eran unos abusadores y ustedes creían que podían ser víctimas de cualquier abuso, y además porque los odiaban, porque eran unos abusadores; y ahora cuando ustedes pasan por aquí ¿ustedes miran?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)  ¿Por qué?  Porque esto es de ustedes».

-«Esto es de ustedes, porque el ejército es de ustedes; está para defender a los niños, no para abusar de los niños, ni de los padres de los niños, ni de la familia de los niños.  Y a nuestras escuelas pueden ir todos los niños, no importa que sean hijos de un soldado de antes, no importa incluso que sea hijo de cualquier hombre que haya cometido un delito y haya asesinado, porque los niños no tienen la culpa.  Y ustedes tienen que saber que los niños son inocentes, y que en la escuela cualquier niño, aunque sea hijo de un soldado de antes, hay que tratarlo como un hermano también, y si ese niño tuvo la mala suerte de que su padre cometiera crímenes, él no tiene la culpa, él es una víctima también.  En la escuela se tienen que olvidar esas cosas, porque esos niños son inocentes, y si en sus casas les hablan mal de la Revolución, ustedes tienen que hablarles bien de la Revolución y explicarles todas esas cosas, y se los tienen que ganar con cariño, no con desprecio».

-«Yo les explicaba cómo antes la ciudadanía, cuando pasaba por aquí, veía una fortaleza, y ¿saben lo que van a ver ahora?:  Un centro de enseñanza.  Cuba es el único país del mundo que ha podido hacer eso; es el único país de América que ha podido hacer eso:  conquistar una fortaleza militar y convertirla en una escuela, en un centro de enseñanza.  ¿Fortalezas, para qué?, si lo que hace falta son centros de enseñanza».

-«Nosotros siempre cumplimos nuestras promesas; yo espero que los niños cumplan la promesa también de estudiar, con un poquito de trabajo todos los días».   

-«Ustedes saben que vamos a hacer también un centro de playa grande para que vayan más de 100 000 niños todos los años, de toda la isla, para que conozcan el mar, y aprendan a pescar, y disfruten de todas las cosas bonitas que tiene Cuba, porque ustedes saben que Cuba es el país más hermoso que los ojos humanos vieron nunca (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”).  Nosotros tenemos la suerte de tener el país más bonito del mundo, pero lo que no habíamos tenido la suerte de que el pueblo pudiera disfrutar de todo eso, y ahora sí vamos a tener esa suerte».

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    He tomado las partes del discurso que más claramente reflejan según las palabras de Fidel Castro lo que era la Cuba antes de 1959 y sus promesas sobre lo que sería la Cuba futura, esa que después de haber atravesado por más de cinco décadas bajo las garras del castrismo se encuentra de nuevo en situación tal que no habría discurso que pudiera expresar con más detalle su realidad que el pronunciado por Fernandez de Castro en 1886, con la única diferencia de que los protagonistas de lo que sería la redención de la nación prometida en 1959 se convirtieron en esos abusadores a los que el mismo Fidel hace referencia. Ellos mismos son los que sobran desde hace muchísimo momento. Aquel futuro luminoso que se vislumbraba para Cuba en 1959 comenzó a nublarse demasiado pronto impidiendo que la nación pudiera contemplar la luz de la libertad.  

   Las palabras de Rafael Fernandez de Castro parecen haber sido palabras de profeta cuando iniciaba sus frases con …»si por desgracia,…si llegase un día, …..si llegase un instante», ……en que todos los sueños de libertad se viesen destruidos, llegando a contemplar a la nación atravesar por una pesadilla sin salida visible, ¿qué hacer entonces cuando todos los recursos posibles ya hubieran sido agotados?

 ….si llegase un día en que las garantías de nuestros derechos fuese una cruel mentira y la consagración de nuestras modestas libertades, una burla sangrienta; si llegase un instante en que, perdida la fe, tuviésemos que abrazarnos todos en medio de la desesperación más espantosa para pedir al cielo lo que no se encuentra en la tierra, y a Dios, lo que no quieren reconocernos los hombres.

    El pueblo cubano sigue siendo oprimido, y son muchos los que siguen sumidos en la desesperación más espantosa. De no ser así no continuaran en su intento de abandonar esa tierra que les vio nacer arriesgando sus vidas en un mar que por años se los ha venido tragando, en  busca de las posibilidades que en su propio suelo están convencidos no podrán encontrar, porque ni siquiera esos cambios que comenzaron el pasado 17 de diciembre de 2014 con el sorpresivo acercamiento entre Estados Unidos y Cuba les permite albergar la más mínima esperanza.

   ¿Serán esas palabras que pronunció Rafael Fernandez de Castro hace ya 129 años, apuntando hacia Dios como último recurso, las que hayan estado esperando para que en un determinado momento se abrieran las puertas de los cielos y se viera descender para Cuba la Libertad que tanto necesita?

   Yo lo sigo creyendo, como siempre lo he creído, y como en otras ocasiones me he llenado de esperanza aunque ya pueda parecer locura. El no haberlo experimentado aun no impide que lo siga creyendo y esperando porque sé que Dios es fiel.

    Quiero concluir con el texto del Salmo 129, honrando así la memoria de ese cubano que hace ya 129 años pronunció tan bellas palabras llenas de amor por esa tierra en que había nacido, la de todos los cubanos, como si fuese una oración a Dios pronunciada por el propio Rafael Fernandez de Castro, pidiendo al Todopoderoso por la libertad de Cuba, la que supongo debe comenzar sacando del poder a los otros Castros. Como quiera que sea, al igual que una gota de agua llegado un momento es suficiente para desbordar una copa, ojalá y fuera esta la última oración que rompa el silencio de Dios y manifieste su poder sobre un pueblo que tanto lo necesita, sobre los judíos del Caribe, quienes también necesitan celebrar un año nuevo con un sentido diferente.

Salmo 129

Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Sion.
(Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Cuba)

Mucho me han angustiado desde mi juventud, puede decir ahora Israel (Cuba);

Mucho me han angustiado desde mi juventud; mas no prevalecieron contra mí.

Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos.

Jehová es justo; cortó las coyundas de los impíos.

Serán avergonzados y vueltos atrás todos los que aborrecen a Sion (Cuba).

Serán como la hierba de los tejados, que se seca antes que crezca;

De la cual no llenó el segador su mano, ni sus brazos el que hace gavillas.

Ni dijeron los que pasaban:
Bendición de Jehová sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre de Jehová.

(Reina Valera 1960)

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Enlaces.

Discurso de Rafael Fernandez de Castro
Discurso de Fidel Castro.

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