En ocasiones solo Dios puede tocar el corazón de los hombres.
Este artículo lo dedicaré al cubano con quien compartía un cuarto en París, el testigo más cercano a aquella rara experiencia que estaba viviendo. Sé que para él no fue nada fácil enfrentar aquella situación, pero estoy convencido que el haberle encontrado no fue fruto de la casualidad, sino algo de una gran importancia, porque gracias a eso es que ahora puedo compartirles esta historia que nos ayudará a comprender por qué solo la intervención de Dios puede cambiar el destino de nuestra isla, estoy seguro que de otra forma nunca hubiera sabido por lo que tujvo que pasar.
A medida que iba comentándole la experiencia que vivía y le iba mostrando porciones de la Biblia cuyo mensaje mostraba situaciones que reflejaban claramente la situación de Cuba, pero muy a pesar de lo acertado que fuera lo que le leyera, siempre me decía que no me hiciera ilusiones que lo de Cuba nunca cambiaría. Pasaban los días y él seguía insistiendo para ver si yo me daba cuenta de la realidad y reconocía que aquel camino era una locura, que había tomado carecía de sentido. Firme en su posición, un buen día me dijo que tenía que contarme algo para que entendiera por qué me decía que desistiera de mi empeño, y así fue que comenzó aquel relato, confesando que jamás pude imaginar por lo que había pasado el pobre muchacho..